Reseña. Bartolomé LEONARDO DE ARGENSOLA, Relación del torneo de a caballo con que la imperial Zaragoza solemnizó la venida de la serenísima reina de Hungría y de Bohemia... año 1630, Sandra M.ª Peñasco González (ed.), A Coruña, Ediciones del SIELAE, 2012, 167 páginas

Almudena Vidorreta Torres

Universidad de Zaragoza (España)
almudena_vt@hotmail.com
JANUS 2 (2013)
Fecha recepción: 13/03/13, Fecha de publicación: 24/04/13
Resumen

Reseña del libro de Bartolomé Leonardo de Argensola, Relación del torneo de a caballo con que la imperial Zaragoza solemnizó la venida de la serenísima reina de Hungría y Bohemia... año 1630, Sandra M.ª Peñasco González (ed.), A Coruña, Ediciones del SIELAE, 2012, 167 pp., ISBN 978-84-615-0446-6.

Palabras clave
Bartolomé Leonardo de Argensola, María Ana de España, reina de Hungría y de Bohemia, relaciones de sucesos, siglo XVII, Zaragoza.
Title

Review. Bartolomé LEONARDO DE ARGENSOLA, Relación del torneo de a caballo con que la imperial Zaragoza solemnizó la venida de la serenísima reina de Hungría y de Bohemia... año 1630, Sandra M.ª Peñasco González (ed.), A Coruña, Ediciones del SIELAE, 2012, 167 p.

Abstract

Review on the book: Leonardo de Argensola, Bartolomé, Relación del torneo de a caballo con que la imperial Zaragoza solemnizó la venida de la serenísima reina de Hungría y Bohemia... año 1630, Sandra M.ª Peñasco González (ed.), A Coruña, Ediciones del SIELAE, 2012, 167 pp., ISBN 978-84-615-0446-6.

Keywords
Bartolomé Leonardo de Argensola, Maria Anna of Spain, Queen of Hungary and Bohemia, News relations, Seventeenth Century, Zaragoza.
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La Relación del torneo de a caballo con que la imperial Zaragoza solemnizó la venida de la serenísima reina de Hungría y de Bohemia, de Bartolomé Leonardo de Argensola, engrosa la lista de las publicaciones que, a lo largo de los últimos años, se han ido sucediendo con el objeto de dar nueva luz a la obra de los hermanos Argensola. Completando o actualizando los ineludibles trabajos de Otis H. Green o José Manuel Blecua, que sentaron las bases en el estudio de los ilustres aragoneses, lo cierto es que el interés por ambos ha dado frutos de gran provecho para la comunidad científica, tanto en lo que se refiere a la edición de textos como en su análisis, aunque aún quede mucho por hacer. Con motivo de la conmemoración del 450 aniversario del nacimiento de Lupercio, se celebraba el congreso Dos soles de poesía. 450 años. Lupercio y Bartolomé Leonardo de Argensola (Huesca y Barbastro, 18, 19 y 20 de noviembre de 2009), al cuidado de Aurora Egido y José Enrique Laplana, de la Universidad de Zaragoza. Aquellas jornadas reunieron a especialistas de diversas universidades, algunos de los cuales compartieron con los asistentes investigaciones que estaban a las puertas de la imprenta, todas ellas en torno a las ágiles plumas de dos escritores que, gracias a Cervantes, pasaron a la posteridad inmortalizados en su Galatea.

 

Las actas del encuentro aparecieron recopiladas en Argensola: Revista de Ciencias Sociales del Instituto de Estudios Altoaragoneses, y fue en aquel volumen donde tuvo cabida primeramente una sinopsis del estudio introductorio con el que se abre el libro del que ahora damos noticia: “Bartolomé Leonardo de Argensola y su relación del torneo de Zaragoza de 1630” (Peñasco, 2009). Devenido de una tesis de licenciatura, defendida en 2011 y dirigida por Sagrario López Poza, catedrática de Literatura en la Universidad de A Coruña, e indiscutible especialista en el ámbito de las relaciones de sucesos y la emblemática, aquel acercamiento auguraba la inminente publicación que ya está al alcance del lector. Con ella se favorece el acceso a un testimonio de la vida de aquel entonces, de los festejos públicos motivados por circunstancias especiales en el sentido graciano (lo es, por supuesto, una visita real), así como a una manifestación más del dominio escriturario del aragonés. Esta adolecía de un aparato crítico que, mediante herramientas filológicas, completara la relativamente reciente edición facsimilar de la que se responsabilizaron Ignacio Guelbenzu y Chus Tudelilla (2003). 

 

En las páginas que preceden a la Relación, Sandra M.ª Peñasco esboza el contexto histórico en el que se celebraron los fastos, con motivo de la estancia de la infanta María Ana en tierras aragonesas. Al perfil de la biografía de la futura emperatriz se añade una detallada descripción del trayecto de su más importante viaje. De camino hacia el encuentro con su esposo, Fernando de Habsburgo, varias fueron las escalas realizadas por la comitiva, que se detuvo a su paso por la ciudad de Zaragoza. Los motivos del accidentado desplazamiento se desarrollan en un primer apartado, donde no solo se habla de las razones del matrimonio entre la hermana de Felipe IV y el rey de Hungría, sino que también se plantea un recorrido por la capital aragonesa. Con dicho pretexto, y para comprender la trascendencia de los participantes, se da paso a la presentación de lo más granado de la sociedad que habitaba sus calles en la primera mitad del siglo XVII, algunos de los artistas que allí dieron rienda suelta a su creatividad y los experimentados intervinientes en la preparación del evento.

 

Posteriormente, se describen otros testimonios del regocijo público, cuya primera huella impresa aparece en Madrid, bajo el título de Relación verdadera de la entrada, recibimiento y grandiosas fiestas [...]. Se trata de una obra anónima, que, como se indica, no se centra solo en el torneo, caso contrario de los otros dos opúsculos conservados. Ambos fueron publicados en Zaragoza por Diego Latorre, pero acometen el relato desde diferentes perspectivas. Uno de ellos (1630), que se debe a la pluma de Juan Bautista Felices de Cáceres, autor también aragonés, está escrito en verso bajo una apariencia casi teatral. El otro, titulado Torneo de a caballo, incluye en su prosa detalles del viaje, ya que fue escrito, al parecer, por un hombre de confianza de la reina, cuya identidad postulada por Sandra M.ª Peñasco es la de Cristóbal de Khewenhüller, conde de Frankenburg. Además, la autora añade que se tiene noticia de dos testimonios más, que, sin embargo, no ha podido consultar de primera mano, uno de ellos impreso y el otro manuscrito. Finalmente, en un anexo, se incluyen las variaciones halladas en dichos textos en lo que respecta a las letras y motes.

 

Al detallado trabajo de localización de ejemplares se suma un tercer apartado del estudio introductorio, que ofrece una semblanza de la vida de Bartolomé Leonardo de Argensola. Podrían añadirse a la bibliografía consultada para ello algunos títulos que han visto la luz casi al tiempo de la publicación en Ediciones del SIELAE, referencias últimas con importantes datos acerca de su biografía, como  El legado de los Argensola, que recoge el estudio y la edición de sus testamentos, a cargo de Jesús Gascón Pérez (2009). En ese mismo año, Luigi Giuliani editó las Tragedias de Lupercio (2009), recordadas en el Quijote, donde poco se aporta acerca de Bartolomé. Este fue protagonista, sin embargo, poco después, de la edición de sus Sátiras menipeas, a cargo de Lía Schwartz e Isabel Pérez Cuenca (2011), que siguen trabajando en torno a la producción de los dos hermanos. Curiosamente, sí se remite en el estudio de Sandra M.ª Peñasco a la Historia de la impresión de las Rimas de Lupercio y Bartolomé Leonardo de Argensola, de Trevor J. Dadson (2010).

 

Resulta interesante la noticia que se ofrece del responsable de la primera edición del texto, impreso en Zaragoza en 1630 por Juan de Lanaja y Quartanet. Gracias a él y a su familia, protagonistas de un importante episodio de la tipografía aragonesa del XVII, cuyas calas fueron presentadas por Manuel Jiménez Catalán (1927), se dieron a las prensas obras de otros autores como Vicente Blasco de Lanuza o María Luisa de Padilla. El suyo fue uno de los numerosos talleres que avivaron la cultura de la ciudad, en plena efervescencia literaria y teatral.

 

La infanta María Ana llegó a Zaragoza en enero de 1630, acompañada de sus hermanos: el rey, Felipe IV, y los infantes Carlos y Fernando de Austria. Durante los siete días que permanecieron allí, asistieron a la celebración de fuegos de artificio, desfiles, actos religiosos, representaciones teatrales y, claro está, del torneo que motivó estas páginas. Con el ánimo de dar cuenta del torneo de a caballo o justa en campo abierto, de tal modo que hasta un extranjero pudiera tener una idea de lo sucedido, emprendió Bartolomé Leonardo de Argensola su relación, cuyo encargo no parece que fuera plato de buen gusto para el autor. El encuentro tuvo lugar el domingo, trece de enero de 1630, y el texto incluye detalladas descripciones del espacio preparado para la ocasión, la nómina de los asistentes respetables, y el desfile de los contendientes, entre los que se incluía, por ejemplo, Gabriel Leonardo de Albión, hijo de Lupercio Leonardo de Argensola. Con todo lujo de detalles, el escritor da noticia de la vestimenta, los atavíos, el procedimiento de entrada en la plaza, cada uno de los carros y los acompañantes de cada luchador, escuderos o pajes, que portaban la tarjeta con la empresa correspondiente, y los lacayos.

 

Todo el enfrentamiento, en el que se hizo uso de lanzas, mazas y espadas, se articula en torno a dos bandos: aquellos partidarios de Cupido, contra quienes luchaban del lado de Júpiter. Se describe con profusión cada uno de los programas iconográficos de Lope de Francia y Espés, Juan Fernández de Heredia (conde de Fuentes), Alonso Celdrán de Bolea y Castro, Diego de Contamina, Juan Fernández de Heredia (señor de Cetina), Raimundo Gómez de Mendoza, Ferrer de Lanuza, Manuel Belvís, el mencionado sobrino del autor, Justo Pérez de Pomar y Manuel Abarca de Bolea. Bartolomé realiza luego tan solo una mención a la comedia que excepcionalmente se representó tras la contienda, que sirvió de broche de oro a un espectáculo normalmente clausurado con música y bailes cortesanos.

 

Como adelanta en su estudio Sandra M.ª Peñasco, el aragonés quiso que su estilo resultara ameno y accesible, sin supeditar ese objetivo a su deseo de “documentarse debidamente, ser imparcial y evitar las hipótesis” (36), que le lleva a construir un discurso calificado por la editora como “referencial”, ágil y sugeridor de movimiento. Pese a que se centra particularmente en dicho evento, el historiador incluye los antecedentes mínimos para contextualizar el torneo, que, como en la edición original, se incluyen en el volumen: así sucede con el cartel del acto y con una carta del rey a propósito de su llegada a la ciudad. El análisis del texto recuerda también las alteraciones aragonesas, que, ocurridas recientemente, ocasionaron en cierto modo que el texto de Bartolomé Leonardo de Argensola adquiriese tintes políticos, para mostrar su adhesión a la familia del monarca.

 

Queda perfectamente descrita la variedad del ámbito escénico, en cuyas peculiaridades se detiene Sandra M.ª Peñasco, al tiempo que analiza la lengua literaria de la relación. Anota el buen concepto que tiene Bartolomé a propósito del supuesto conservadurismo en los torneos de caballeros, no tan teatrales, a su juicio, como otro tipo de espectáculos semejantes, en la línea de los juegos de cañas, por ejemplo. El cronista alaba la tradición aragonesa en las armas, a la cual se atribuyen las posibles divergencias con la información de la mayoría de los tratados relativos a estos festejos. Por ello, a las “Empresas e invenciones” dedica un apartado con buen juicio la editora, que expresa la peculiaridad de aquellas páginas, así como de los hechos reseñados (46-69).

 

La profusa anotación que acompaña al texto editado repasa no solo la terminología que el lector actual pudiera desconocer, sino también cada uno de los nombres propios que presenciaron los actos o participaron en los mismos. Su identificación ha servido para el esbozo de la biografía de muchos de ellos, que Sandra M.ª Peñasco presenta conjuntamente con la descripción de su cargo, si lo tuvieren. Entre esas labores figura el papel tan característicamente aragonés del Justicia. Y como parte del aparato crítico, el texto se acompaña de un amplio conjunto de imágenes ilustrativas sobre los espacios mencionados (aunque uno de ellos, la iglesia de Nuestra Señora del Portillo, no se corresponda exactamente con su referente de la capital aragonesa). Varios índices finales ayudan por igual a la consulta independiente no solo de lugares y personas, sino también de las voces anotadas, los motivos iconográficos recogidos, y los motes e incipits. Todo ello, en definitiva, refrenda el interés de un volumen presentado con la profundidad que caracteriza los trabajos del grupo SIELAE (Seminario Interdisciplinar para el Estudio de la Literatura Áurea Española), que añade con este un título más a su útil colección sobre relaciones, empresas y emblemática.
 


Bibliografía

Dadson, Trevor J., Historia de la impresión de las Rimas de Lupercio y Bartolomé Leonardo de Argensola, Zaragoza, Institución “Fernando el Católico”, 2010.

Dos soles de poesía. 450 años. Lupercio y Bartolomé Leonardo de Argensola, Egido, Aurora y José Enrique Laplana (coords.), Argensola. Revista de Ciencias Sociales del Instituto de Estudios Altoaragoneses, 119, (2009), 321 pp.

Gascón Pérez, Jesús, El legado de los Argensola, Zaragoza, Prensas Universitarias de Zaragoza, 2009.

Jiménez Catalán, Manuel, Ensayo de una tipografía zaragozana del siglo XVII, Zaragoza, Tipografía “La Académica”, 1927.

Leonardo de Argensola, Bartolomé,  Relación del torneo acaballo con que la imperial Zaragoza solemnizó la venida de la Serenísima Reina de Hungría y de Bohemia, Infanta de España, presentes el Rey Nuestro Señor y los dos Serenísimos Infantes sus hermanos que a su Majestad acompañaron…, Ignacio Guelbenzu y Chus Tutelilla (eds.), Zaragoza, Mercado Central, 2003.

Leonardo de Argensola, Bartolomé, Sátiras menipeas, Lía Schwartz e Isabel Pérez Cuenca (eds.), Zaragoza, Prensas Universitarias de Zaragoza, 2011.

Leonardo de Argensola, Lupercio, Tragedias, Luigi Giuliani (ed.), Zaragoza, Prensas Universitarias de Zaragoza, 2009.

Peñasco González, Sandra M.ª, “Bartolomé Leonardo de Argensola y su relación del torneo de Zaragoza de 1630”, Argensola. Revista de Ciencias Sociales del Instituto de Estudios Altoaragoneses, 119, (2009), pp. 233-264.